La mosca de la fruta en los cítricos

La mosca de la fruta (Ceratitis Capitata) es una mosca de tamaño más pequeño que la normal a la cual se le reconoce por sus colores amarillentos y grises además de pelos largos.

Atraídas por el color amarillo y naranja, las hembras adultas son las únicas que ponen huevos y atacan a muchos cultivos, dependiendo de la época del año a naranjas, mandarinas, albaricoques, uva, melocotones, peras e higos, entre otros. Por lo tanto, los frutos de color verde o camuflados por el blanco del calcio, no son atacados.

Picadura de la mosca de la fruta

La mosca hembra clava el oviscapto en el fruto depositando unos ocho huevos, yéndose a continuación a otro fruto y así sucesivamente, llegando a poner de 300 a 400 huevos. La picadura que realiza la mosca de la fruta hace un orificio por el que entran microorganismos que hace que se acabe pudriendo. Los huevos depositados tardan dos días en eclosionar, dando paso a las larvas, que se dedican a excavar por el fruto lo que hace acelerar su descomposición y, finalmente, la fruta caerá al suelo.

Pasados unos 15 días, las larvas, que se han ido alimentando de la pulpa del fruto, salen del mismo para enterrarse en la tierra pasando a ser pupa. Y para terminar el ciclo, pasados unos 13 días culmina con el brote de otra mosca adulta.

Cómo evitar la picadura de la mosca de la fruta

Partimos de que las plagas provocadas por los daños de las larvas dentro de los frutos son muy complicadas de tratar, puesto que se encuentran a cubierto de cualquier tratamiento. Por ejemplo, lo más utilizado, sobre todo para agricultura ecológica son los mosqueros, técnica que se utiliza para la captura masiva de la mosca de la fruta, y bien utilizados dan muy buenos resultados.

Los mosqueros son recipientes amarillos (color que atrae a la ceratitis capitata) que contienen por un lado un difusor que emite un olor fuerte a fruta madura que también atrae a la mosca de la fruta, y por el otro lado contiene una cantidad concreta de insecticida. La mosca de la fruta entra por los agujeros cilíndricos que posee el mosquero y una vez dentro difícilmente encuentran la salida, y es en ese momento cuando entra en juego una pequeña cantidad de insecticida.

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